Tragedia de Armero
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Nov 15 / 2010
La Tragedia de Armero fue un desastre natural producto de la erupción del volcán Nevado del Ruiz el 13 de noviembre de 1985 en el departamento del Tolima, Colombia. Tras 69 años de inactividad, la erupción tomó por sorpresa a los poblados cercanos, a pesar de que el Gobierno había recibido advertencias por parte de múltiples organismos vulcanológicos desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica en septiembre de 1985.[1]
Los flujos piroclásticos emitidos por el cráter del volcán fundieron cerca del 10% del glaciar de la montaña, enviando cuatro lahares —flujos de lodo, tierra y escombros productos de la actividad volcánica— que descendieron por las laderas del Nevado a 60 km/h. Los lahares aumentaron su velocidad en los barrancos y se encaminaron hacia los seis mayores ríos en la base del volcán. El pueblo de Armero, ubicado a poco menos de 50 km del volcán, fue golpeado por dichos lahares, matando a más de 20.000 de sus 29.000 habitantes.[2] Las víctimas en otros pueblos, particularmente la localidad de Chinchiná, aumentaron la cifra de muertos a 23.000. Alrededor del mundo se publicaron tomas de vídeo y fotografías de Omayra Sánchez, una adolescente víctima de la tragedia, que estuvo atrapada tres días hasta que finalmente falleció. Otras fotografías del impacto del desastre llamaron la atención de la opinión pública e iniciaron una controversia sobre el grado de responsabilidad del
Gobierno colombiano en la catástrofe.
Gobierno colombiano en la catástrofe.
Los esfuerzos de rescate fueron obstaculizados por la composición del lodo que cubría al pueblo, lo que hacía casi imposible el moverse sin quedar atrapado. Para el momento en el que los rescatistas alcanzaron Armero, doce horas después de la erupción, muchas de las víctimas con heridas graves habían ya muerto. Los trabajadores de rescate quedaron horrorizados tras observar el panorama de desolación dejado tras la erupción, con árboles caídos, restos humanos irreconocibles y escombros de edificaciones.
Esta fue la segunda erupción volcánica más mortífera del siglo XX, superada sólo por la erupción del Monte Pelado en 1902, y el cuarto evento volcánico más mortífero desde el año 1500. El evento fue una catástrofe previsible, exacerbada por el desconocimiento de la violenta historia del volcán; geólogos y otros expertos habían advertido a las autoridades y a los medios de comunicación sobre el peligro durante las semanas y días previos a la tragedia. Se prepararon mapas de riesgo para las inmediaciones pero fueron muy poco distribuidos. El día de la erupción se llevaron a cabo varios intentos de evacuación, pero debido a una tormenta las comunicaciones se vieron restringidas. Muchas de las víctimas se mantuvieron en sus hogares, tal como les habían ordenado, creyendo que la erupción ya había terminado. El ruido de la tormenta pudo haber impedido que muchos escucharan el ruido proveniente del Ruiz.
El Nevado del Ruiz ha hecho erupción en varias ocasiones desde el desastre y continúa siendo una amenaza para las más de 500.000 personas que viven a lo largo de los valles de los ríos Combeima, Chinchiná, Coello-Toche y Gualí. Un lahar (o un grupo de lahares) similar en tamaño al de 1985 puede ser iniciado por una erupción relativamente pequeña y podría viajar hasta 100 km desde el volcán. Una erupción lo suficientemente grande puede llegar incluso a Bogotá. Para combatir esta amenaza, el Gobierno colombiano estableció la Dirección de Prevención y Atención de Desastres, un ente especializado encargado de concienciar a la población sobre las amenazas naturales. El Servicio Geológico de los Estados Unidos creó también el Programa de Asistencia en Desastres Volcánicos y el Equipo de Asistencia en Crisis Volcánicas, los cuales evacuaron a cerca de 75.000 personas del área cercana al Monte Pinatubo antes de la erupción de 1991. Adicionalmente, muchas ciudades de Colombia cuentan con programas propios para crear conciencia frente a los desastres naturales. Los residentes cercanos al Nevado del Ruiz son especialmente cautelosos frente a la actividad volcánica; cuando se presentó una nueva erupción en 1989, más de 2.300 personas que vivían en las inmediaciones del volcán fueron evacuadas.
Contenido[ocultar] |
Antecedentes
Armero, localizado a 48 km del Nevado del Ruiz y a 169 km de Bogotá, era la tercera población más grande del Tolima, después de Ibagué y El Espinal.[3] Un importante centro agrícola antes de la erupción, Armero producía cerca de una quinta parte del arroz de Colombia, además de algodón, sorgo y café. Gran parte de este éxito puede ser atribuido al Nevado del Ruiz, ya que el fértil suelo volcánico había estimulado el crecimiento agrícola.[4] Construido encima de un abanico aluvial que había presenciado otros lahares,[5] el pueblo había sido destruido previamente por una erupción en 1595 y por flujos de lodo en 1845.[6] En la erupción de 1595, tres erupciones plinianas distintas[7] produjeron lahares que cobraron la vida de 636 personas.[8] Durante el evento de 1845, 1,000 personas murieron cerca del río Magdalena por flujos de lodo producidos por terremotos.[9]
El Nevado del Ruiz ha experimentado tres periodos eruptivos distintos, el primero acaecido hace 1.8 millones de años. Durante el periodo actual (que inició hace 11.000 años), ha entrado en erupción al menos en doce ocasiones, produciendo caída de ceniza, flujos piroclásticos y lahares. Las erupciones históricas registradas generalmente involucran una erupción de la chimenea central seguida de una erupción explosiva, tras lo cual se forman lahares. La erupción más antigua identificada en el Ruiz durante el Holoceno ocurrió alrededor del año 6660 a.C., y más erupciones ocurrieron en los años 1245 a.C., 850 a.C., 200 a.C., 350, 675, 1350, 1541 (posible), 1570, 1595, 1623, 1805, 1826, 1828 (posible), 1829, 1831, 1833 (posible), 1845, 1916, de diciembre de 1984 a marzo de 1985, de 1987 a julio de 1991, y posiblemente en abril de 1994. Muchas de estas erupciones involucraron una erupción de la chimenea central, una de las chimeneas laterales y una explosión freática.[10] El Nevado del Ruiz es el segundo volcán más activo de Colombia, superado solo por el Galeras.[11]
Una semana antes de la erupción se produjo la toma del Palacio de Justicia. Los asaltantes, miembros de la guerrilla del M-19, planeaban llevar a cabo un juicio en contra del entonces presidente Belisario Betancur. Éste se rehusó a participar y envió al ejército al edificio. Los atacantes tenían a cientos de rehenes, incluyendo a 24 magistrados de la Corte Suprema. En la batalla por la retoma del edificio murieron más de 75 rehenes, incluyendo a 12 magistrados. Este desastre, junto con la tragedia de Armero, provocaron un cambio de perspectiva del gobierno frente a los desastres. En vez de responder de manera inmediata tales problemas, se optó por predecir y prepararse para tales situaciones, protegiendo de antemano a la población de amenazas tanto terroristas como naturales.[12]
Actividad de 1985
Precedentes
A finales de 1984, los geólogos notaron que la actividad sísmica en el área había empezado a aumentar. La aparición de fumarolas, la deposición de azufre en la cima del volcán y algunas erupciones freáticas alertaron a los geólogos sobre la posibilidad de una erupción. Los eventos freáticos, producidos al encontrarse magma ascendente con agua, continuaron hasta septiembre de 1985, disparando altos chorros de vapor en el aire. La actividad comenzó a declinar en octubre, probablemente porque el nuevo magma había finalizado su ascenso dentro de la estructura volcánica.[13]
Una misión vulcanológica italiana analizó muestras de gases de las fumarolas y del terreno alrededor del cráter Arenas, y encontró que estas eran una mezcla de dióxido de carbono y dióxido de azufre, indicando una liberación directa de magma en la superficie. Los científicos publicaron el 22 de octubre de 1985, un reporte para las autoridades en el que determinaban que el riesgo de lahares era inusualmente alto. Para prepararse frente a la erupción, el reporte sugería varias técnicas simples de preparación a las autoridades locales.[14] Otro equipo les entrego a las autoridades locales sismógrafos, pero sin darles instrucciones de como operarlos.[15]
La actividad volcánica se incrementó de nuevo en noviembre de 1985 cuando el magma se aproximaba a la superficie. Cantidades crecientes de gases ricos en azufre y dióxido de azufre empezaron a aparecer en el volcán. El contenido de agua de los gases expulsados por las fumarolas decreció, y los manantiales en las cercanías del volcán se volvieron ricos en magnesio, calcio y potasio, producto de filtraciones de magma.[13] Las temperaturas de equilibrio termodinámico, correspondientes a la composición química de los gases expedidos, oscilaba entre 200 °C y 600 °C; esta es una medida de la temperatura a la cual los gases se equilibraron dentro del volcán. La extensiva desgasificación del magma produjo una altísima presión dentro del volcán, justo en el espacio ubicado encima del magma, lo que eventualmente llevó a una erupción explosiva.[16]
Preparación e intentos de evacuación
En septiembre de 1985, cuando los terremotos y las erupciones freáticas sacudían la zona, las autoridades locales comenzaron a planear una evacuación. En octubre, un mapa de riesgo para el área circundante del nevado fue terminado.[a] Este mapa resaltaba el peligro que representaba la caída de material (tal como ceniza y rocas) en Murillo, Santa Isabel y Líbano, así como el riesgo de lahares en Mariquita, Guayabal, Chinchiná y Armero.[17] Por desgracia el mapa fue muy pobremente distribuido entre las personas ubicadas en la zona de riesgo; muchos supervivientes jamás habían escuchado de éste a pesar incluso de que varios de los diarios más importantes del país presentaron versiones del mapa.[18] Henry Villegas de Ingeominas, declaró que los mapas de riesgo mostraban claramente que Armero sería afectado por los lahares, pero que el mapa se "encontró con fuerte oposición de intereses económicos". Agregó que el mapa no pudo ser producido ni distribuido masivamente debido al poco tiempo que hubo entre su preparación y la erupción del volcán.[19]
Al menos uno de los mapas de riesgo publicados en el importante diario El Espectador incluía flagrantes errores. Sin una escala apropiada, era poco claro cuan grandes realmente eran las zonas de riesgo en el mapa. Los lahares en el mapa no tenían un final definido, y el mayor riesgo parecía provenir de los flujos piroclásticos, no de las corrientes de lodo. Aunque el mapa era de color azul, verde, rojo y amarillo, no había ninguna indicación acerca de que representaba cada color, y Armero estaba en la zona verde (lo que se creía era la zona más segura). Otro mapa publicado por El Tiempo presentaba ilustraciones que "daban una percepción de topografía a un público no familiarizado con los mapas, permitiéndoles relacionar las zonas de riesgo con el paisaje". A pesar de este diseño pensado en la audiencia, el mapa terminó más como una mera representación artística que como una científica.[19]
El día de la erupción, columnas de ceniza oscura salieron del volcán alrededor de las 3:00 p.m., hora colombiana. El director local de la Defensa Civil, quien fue rápidamente informado de la situación, contactó a Ingeominas, organismo que determinó que el área debía ser evacuada; a continuación se le dijo que debía contactar a los directores de la Defensa Civil en Tolima y Bogotá. Entre las 5:00 y 7:00 p.m., la ceniza dejó de caer y las autoridades locales instruyeron a las personas para que se "mantuvieran calmadas" y fueran a sus casas. Alrededor de las 5:00 p.m. fue convocada una reunión del comité de emergencia, y cuando esta terminó a las 7:00 p.m. varios miembros contactaron a la Cruz Roja regional para acordar detalles sobre los esfuerzos de una posible evacuación en Armero, Mariquita y Honda. La Cruz Roja de Ibagué contactó a las autoridades de Armero y ordenó una evacuación que no fue llevada a cabo debido a problemas eléctricos causados por una tormenta. La fuerte lluvia y los rayos producto de la tormenta pudieron haber ocultado el ruido del volcán, y sin ningún esfuerzo sistemático de alerta, los residentes de Armero estaban inconscientes de la actividad que se desarrollaba en el Nevado del Ruiz. A las 9:45 p.m., después de que el volcán hiciera erupción, los oficiales de la Defensa Civil de Ibagué y Murillo trataron de advertir a las autoridades de Armero, pero no pudieron hacer contacto. Después lograron escuchar conversaciones entre algunos dirigentes de Armero y otros individuos; en la más famosa de estas conversaciones, se escucha al alcalde de Armero hablando a través de una radio casera, diciendo que él "no cree que allí haya mucho peligro", cuando fue arrastrado por el lahar.[20]
La erupción
A las 9:09 p.m., del 13 de noviembre de 1985,[21] el Nevado del Ruiz expulso tefra dacítica a más de 30 km de altura en la atmósfera.[13] La masa total de material expulsado (incluyendo magma) fue de 35 millones de toneladas,[13] solo un 3% del total expulsado por el Monte Saint Helens en 1980.[22] La erupción alcanzó un 3 en el índice de explosividad volcánica.[23] La masa de dióxido de azufre expulsada en la erupción fue de aproximadamente 700.000 toneladas, el 2% del total de material sólido,[13] haciendo de esta una erupción atípicamente rica en azufre.[24]
La erupción produjo fujos piroclásticos que fundieron la nieve y el glaciar de la cima del volcán, generando cuatro lahares que descendieron por los valles de los ríos en los flancos del volcán,[25] destruyendo un pequeño lago que había sido observado en el cráter Arenas varios meses antes de la erupción. El agua de tales lagos suele ser extremadamente salada y puede contener gases volcánicos disueltos. El agua caliente y ácida del lago aceleró la fusión del hielo, un efecto confirmado por la alta concentración de sulfatos y cloruros encontrados en el lahar.[13]
Los lahares, formados de agua, hielo, pumita y otras rocas,[25] incorporaron arcilla a su composición al erosionar el terreno por el que viajaban mientras descendían del volcán.[26] Estos bajaron por las vertientes del volcán a una velocidad promedio de 60 km/h, desprendiendo rocas y destruyendo vegetación. Después de descender miles de metros por las vertientes, los lahares se dirigieron hacia los valles de los seis ríos nacidos en el volcán, en donde aumentaron cuatro veces su volumen original. En el río Gualí, un lahar alcanzo un ancho de 50 metros.[25]
Sobrevivientes de Armero recuerdan la noche como "tranquila". La ceniza volcánica había caído a lo largo del día, pero se les informó a los pobladores que no había nada de que preocuparse. A finales de la tarde, la ceniza volvió a caer tras un largo periodo de calma. Estaciones de radio locales reportaban que la ceniza debía ser ignorada y que los residentes debían permanecer en calma. Un sobreviviente afirmó haber ido a la estación de bomberos en donde le informaron que la ceniza "no era nada".[27]
Por la noche, la energía eléctrica se fue de repente y los radios se apagaron. Justo antes de las 11:30, una enorme corriente de agua se extendió por Armero; fue lo suficientemente poderosa como para volcar autos y levantar personas. Se escucho un fuerte estruendo proveniente de la montaña, pero los residentes estaban más preocupados por lo que ellos creían era solo una inundación.[28]
A las 11:30 p.m., el primer lahar llegó al pueblo, seguido rápidamente por otros.[28] Uno de los lahares prácticamente borró a Armero; tres cuartas partes de sus 28,700 habitantes murieron.[25] Avanzando en tres grandes oleadas, este lahar tenía 30 metros de profundidad, se movía a 12 metros por segundo y duró de diez a veinte minutos. Viajando aproximadamente a 6 metros por segundo, el segundo lahar duro media hora y fue seguido por pequeños pulsos eruptivos. Un tercer gran pulso le permitió al lahar durar cerca de dos horas. Para ese momento, el 85% de Armero estaba cubierto de lodo. Los sobrevivientes describieron como las personas se sostenían de los escombros de sus casas en un intento de mantenerse a flote en el barro. Los edificios colapsaron, aplastando personas y generando escombros. El frente del lahar contenía gigantescas piedras que aplastaron a cualquiera en su camino, mientras que las partes más lentas del mismo estaban llenas de pequeñas y afiladas piedras que causaban cortes y laceraciones. El lodo se introducía fácilmente en la heridas abiertas y en otros orificios corporales, - ojos, orejas y boca - con suficiente presión como para inducir asfixia traumática en uno o dos minutos a cualquiera enterrado en éste. En su trabajo Volcanes y el Medio Ambiente, Martí y Ernst afirman que muchos de los que sobrevivieron al lahar murieron producto de sus heridas mientras se encontraban atrapados, o sucumbieron a la hipotermia, aunque esto es poco probable dado que el lodo fue descrito como caliente por los sobrevivientes.[29]
Un segundo lahar, que descendió por el valle del rio Chinchiná, mató a cerca de 1,800 personas y destruyó 400 casas en Chinchiná.[5] En total murieron más de 23.000 personas, cerca de 5.000 quedaron heridas y 5.000 hogares de trece poblaciones fueron destruidos.[25] [27] Aproximadamente 230,000 personas se vieron afectadas, 20.000 quedaron sin hogar y 110 km² de terrenos fueron perjudicados.[30] La tragedia de Armero, como se le conoce al evento, fue el segundo desastre volcánico más mortífero del siglo XX, superado solo por la erupción del Monte Pelado en 1902,[31] y el cuarto más mortífero registrado desde 1500.[32] También fue el lahar más mortífero de la historia,[33] y la peor tragedia natural en la historia de Colombia.[34]
Impacto
La pérdida de vidas fue exacerbada por la falta de un marco de tiempo preciso para la erupción y por la renuencia de las autoridades locales a la hora de tomar costosas medidas preventivas sin signos claros de peligro inminente.[35] Debido a que su última erupción de importancia había ocurrido 140 años atrás, en 1845, era difícil para muchos el aceptar el peligro del volcán; los pobladores locales incluso le llamaban el "León durmiente".[8] Mapas de riesgo que mostraban que Armero sería seriamente afectado tras una erupción fueron distribuidos más de un mes antes de tal evento, pero el congreso de Colombia acusó a la Defensa Civil y a las agencias científicas de alarmistas. La erupción ocurrió tan solo una semana después de la toma del Palacio de Justicia por parte del grupo guerrillero M-19 en Bogotá, por lo cual tanto el gobierno como el ejército se encontraban ocupados al momento del desastre.[15]
El día después de la tragedia, los rescatistas quedaron horrorizados por el impacto de esta. Los lahares dejaron tras de sí una masa gris que cubría la totalidad del pueblo. La zona estaba repleta de arboles destruidos y cuerpos humanos desfigurados.[36] Los restos de casas y edificios sobresalían del barro. Unas cuantas bolsas con cultivos fueron encontradas en el lodo. Los trabajadores de rescate describían el olor agrio del lugar como el de "cuerpos pudriéndose,[...] humo de leña y vegetales en descomposición."[4] Para el horror de los rescatistas, que luchaban por comenzar los esfuerzos de rescate, los sobrevivientes dejaban escapar gemidos de dolor y agonía. Los daños fueron estimados en 7.000 millones de dólares, una quinta parte del producto interno bruto colombiano de 1985.[36]
Mientras las noticias de la catástrofe se extendían por el mundo, la campaña presidencial, para entonces en curso, se detuvo, y los grupos guerrilleros detuvieron su temporalmente su accionar "en vista de la dolorosa tragedia que ha caído sobre nuestra nación." A las entradas para los juegos de fútbol de la liga colombiana se les agrego un recargo de cinco centavos, destinado a las labores de rescate.[37]
Científicos que analizaron posteriormente los datos de los sismógrafos encontraron que múltiples terremotos de periodo largo (los cuales empiezan fuertemente y disminuyen poco a poco) habían ocurrido en las horas previas a la erupción. El vulcanólogo Bernard Chouet afirmó que "el volcán estaba gritando 'Voy a explotar'", pero los científicos que vigilaban al volcán al momento de la erupción no tenían la experiencia para identificar las señales.[38]
Esfuerzos de rescate
La erupción ocurrió en el mismo periodo que el terremoto de México de 1985, lo cual limitó la cantidad de víveres y suministros que podían ser enviados a cada uno de los desastres.[39] Los esfuerzos de socorro fueron coordinados desde Ibagué y Bogotá para Armero, y desde Cali para Chinchiná, lugares en donde se concentraron los equipos médicos. Improvisadas estaciones de triaje fueron establecidas en Lérida, Guayabal y Mariquita, y pronto fueron agobiadas por el alto número de víctimas. Las víctimas restantes fueron dirigidas a hospitales en Ibagué, ya que los ubicados en la región habían sido destruidos o se encontraban en riesgo de enfrentar un nuevo lahar.[17]
El gobierno de Estados Unidos invirtió más de un millón de dólares en ayuda, y el embajador estadounidense en Colombia, Charles S. Gillespie Jr., donó $25.000 a instituciones de rescate. La Oficina de Asistencia para Desastres en el Exterior de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional, envió a un miembro del Servicio Geológico de los Estados Unidos junto con un experto en manejo de desastres y 12 helicópteros con personal médico desde Panamá. Estados Unidos envió también varias aeronaves adicionales junto con suministros incluyendo 500 carpas, 2.250 frazadas y varios kits de reparación de carpas. Otras 24 naciones más contribuyeron también al rescate y asistencia de los sobrevivientes. Ecuador suministró un hospital móvil mientras que la Cruz Roja islandesa donó $4.650. El gobierno francés envió suministros médicos y 1.300 carpas. Japón por su parte envió 1.25 millones de dólares, doctores, enfermeras e ingenieros, y, adicionalmente, destinó $50.000 a las Naciones Unidas para los esfuerzos de socorro.[39] Otros $50.000 fueron donados por el Club de Leones.[40]
Los esfuerzos de rescate fueron obstaculizados por el barro de hasta 4.6 m de profundidad que cubría a Armero,[41] haciendo prácticamente imposible el que alguien pudiera atravesarlo sin hundirse.[42] Para empeorar la situación, la carretera y varios puentes que conectaban a Armero fueron destruidos por los lahares.[41] Tomó casi doce horas rescatar a los primeros sobrevivientes, así que es probable que muchos heridos de gravedad pero tratables hubieran muerto horas antes de la llegada de los rescatistas. Ya que el hospital de Armero había sido destruido, las víctimas fueron llevada a hospitales cercanos. Seis poblados cercanos levantaron clínicas improvisadas divididas en áreas de tratamiento y refugios para los damnificados. Para ayudar con las labores hospitalarias, personal médico y de rescate de todo el país se hizo presente en Armero.[42] De los 1,244 pacientes distribuidos en las clínicas, 150 murieron por infecciones o complicaciones relacionadas. Si los antibióticos hubiesen estado disponibles rápidamente y si todas las heridas se hubiesen limpiado correctamente, muchas de estas personas podrían haber sido salvadas.[29]
El 20 de noviembre de 1985, una semana después de la erupción, los esfuerzos de rescate empezaron a llegar a su fin. Cerca de 4.000 rescatistas buscaban aún sobrevivientes con pocas esperanzas de encontrar alguno. Para entonces la cifra oficial de muertos era de 22.540 víctimas; las cifras también hablaban de 3.300 desaparecidos, 4.000 heridos y 20.000 personas sin hogar. Grupos de saqueadores irrumpieron en las ruinas mientras que los sobrevivientes afrontaban el riesgo de contraer tifus o fiebre amarilla. Para muchos de los rescatistas, su trabajo había terminado.[43]
La erupción fue usada como un ejemplo de recuperación psiquiatrica después de un desastre natural por parte de Robert Desjarlais y Leon Eisenber en su trabajo Salud Mental en el Mundo: Problemas y Prioridades en Países de Bajos Ingresos. Los autores estaban preocupados ya que los sobrevivientes solo recibieron el tratamiento inicial para el trauma sufrido. Un estudio mostró que las víctimas de la erupción sufrían de ansiedad y depresión, lo cual podía llevarlas a experimentar problemas con el alcohol, maritales y sociales.[42] Rafael Ruiz, un mayor del ejército que sirvió brevemente como alcalde provisional de Armero tras la tragedia, declaró que habían sobrevivientes que, debido al trauma sufrido, se encontraban "nerviosos", experimentaban "pesadillas" y sufrían de "problemas emocionales". Agregó que el progreso logrado para la navidad de 1985 era considerable, pero que aún quedaba "un largo camino por delante."[44]
Repercusiones
La falta de preparación frente a un desastre contribuyó al alto número de víctimas. Armero estaba situado sobre un abanico aluvial que había sido lugar de flujos laharicos previos;[5] las autoridades ignoraron un mapa de riesgo que mostraba el potencial daño que los lahares podían causar al pueblo. Los pobladores se mantuvieron dentro de sus hogares para escapar de la ceniza que caía, tal como las autoridades locales les habían indicado, sin pensar que tal vez podían ser enterrados por los flujos de lodo.[6]
El desastre obtuvo notoriedad a nivel mundial en parte por una fotografía tomada por Frank Fournier en la cual aparece una joven llamada Omayra Sánchez quien estuvo atrapada entre los escombros por tres días antes de morir.[45] Tras la erupción, trabajadores de rescate se reunieron alrededor de la niña, conversando con ella. Omayra llamó la atención de los reporteros en el lugar debido a su dignidad y coraje, y causo controversia cuando la gente se preguntó el porque los periodistas no hicieron nada para salvarle (lo cual era imposible sin herramientas). Un llamado al gobierno para conseguir una bomba hidráulica que evacuara el agua que la rodeaba no fue atendido; Omayra sucumbió a la gangrena y a la hipotermia tras pasar 60 horas atrapada. Su muerte sintetizó la naturaleza trágica de la tragedia de Armero: Ella pudo haber sido salvada si el gobierno hubiese actuado con prontitud y si hubiese prestado atención a los llamados sobre el peligro del volcán.[45] La fotografía obtuvo el premio World Press Photo of the Year por "capturar el evento de mayor importancia periodística".[12]
Dos fotógrafos del Miami Herald ganaron el Premio Pulitzer por fotografiar los efectos del lahar.[46] El Dr. Stanley Williams de la Universidad Estatal de Luisiana dijo tras la erupción, "Con la posible excepción del Monte Saint Helens en el estado de Washington, ningún otro volcán del hemisferio occidental ha sido observado de manera tan detallada."[47] Como respuesta a la erupción, el Servicio Geológico de los Estados Unidos conformó en 1986 el Programa de Asistencia en Desastres Volcánicos y el Equipo de Asistencia en Crisis Volcánicas.[48] [49] El volcán hizo erupción en varias ocasiones más entre 1985 y 1994.[10]
Presunta negligencia
Inquietudes sobre la supuesta negligencia de las autoridades locales frente a la amenaza del volcán llevaron a una fuerte controversia. El alcalde de Armero, Ramón Rodríguez, y varios oficiales locales intentaron en vano llamar la atención del gobierno colombiano sobre el peligro que representaba el volcán. Por meses, Rodríguez hizo llamados a diversas autoridades, incluyendo a varios congresistas y al entonces gobernador del Tolima, Eduardo Alzate García. Rodríguez llamó al volcán una "bomba de tiempo" y le dijo a los reporteros que él creía que una erupción rompería una presa natural ubicada río arriba, lo cual llevaría a una inundación. Pese a su insistencia, solo un congresista le prestó interés la situación. Reportes de los ministerios de minas, defensa y obras públicas, "afirmaban que el gobierno estaba al tanto del riesgo del volcán y que estaba actuando para proteger a la población". La falta de responsabilidad por el desastre llevó a varios legisladores a pedir la renuncia del gobernador del Tolima. En los medios de comunicación también se debatía acaloradamente sobre el tema. Una de las acusaciones más agresivas provino de un funeral masivo llevado a cabo en Ibagué, en donde se afirmaba en varias pancartas que "El volcán no mató a 22.000 personas. El gobierno las mató."[30]
Legado
El volcán aún constituye una seria amenaza para los poblados cercanos. La amenaza potencialmente más peligrosa es la que plantean las erupciones de poco volumen, la cuales pueden desestabilizar glaciares y producir lahares.[50] A pesar de que gran parte del glaciar se ha retraído, un volumen significativo de hielo se encuentra todavía en las cimas del Nevado del Ruiz y de otros volcanes cercanos. Con tan solo derretir el 10% del hielo, se producirían lahares con un volumen de hasta 200 millones de metros cúbicos, similar al del lahar que arrasó con Armero en 1985. En cuestión de unas pocas horas, estos lahares podrían viajar hasta 100 km por los valles de los ríos.[33] Estimaciones muestran que 500.000 personas que viven en los valles de los ríos Combeima, Chinchiná, Coello-Toche y Gualí, están en riesgo, y 100.000 de estas están en un alto riesgo.[50] Los lahares constituyen una seria amenaza para los poblados de Honda, Mariquita, Ambalema, Herveo, Villahermosa, Puerto Salgar y La Dorada.[51] A pesar de que una erupción pequeña es más probable, la larga historia eruptiva del macizo Ruiz-Tolima incluye numerosas erupciones de gran tamaño, indicando que la amenaza de una erupción grande no puede ser ignorada.[50] Una erupción de gran tamaño tendría consecuencias mucho más extensas, incluyendo un posible cierre del aeropuerto de Bogotá debido a la caída de ceniza.[52]
Puesto que la tragedia de Armero fue exacerbada por la falta de alertas tempranas,[35] el uso indebido de los terrenos,[53] y la poca preparación de las comunidades cercanas,[35] el gobierno colombiano creó la Oficina Nacional para la Atención de Desastres, conocida actualmente como la Dirección de Prevención y Atención de Desastres, para prevenir tales incidentes en el futuro.[54] A todas las ciudades colombianas se les ordenó promover planes de prevención frente a desastres naturales para mitigar las consecuencias de estos,[53] y varias evacuaciones, producto de amenaza volcánica, han sido llevadas a cabo. Cerca de 2.300 personas fueron evacuadas de los margenes de ríos cercanos al Nevado del Ruiz en 1989, cuando éste hizo erupción de nuevo.[55] Cuando otro volcán colombiano, el Nevado del Huila, hizo erupción en 2008, miles de personas fueron evacuadas ya que existía la preocupación de que se repitiera otro Armero.[56]
Conmemoraciones
Poco menos de un año después de la tragedia, el Papa Juan Pablo II visitó la zona del desastre junto con el presidente colombiano Belisario Betancur.[57] Allí el Papa habló acerca de la tragedia y declaró el lugar en donde se encontraba Armero como campo santo.[12] A pesar de que muchas de las víctimas de la tragedia fueron conmemoradas, Omayra Sánchez fue, en particular, inmortalizada en poemas, novelas y piezas musicales. Una obra llamada Adiós, Omayra, de Eduardo Santa, ilustraba los últimos dias de la joven y el simbolismo que representó en la catástrofe.[12] Lo sobrevivientes fueron también reconocidos en el especial de televisión No morirás de Germán Santamaría. Parte del elenco estaba compuesto por víctimas de la tragedia quienes aparecieron como extras en la obra.[58]
Véase también
Notas
1. ↑ Este fue el primer mapa de riesgo preparado para un volcán colombiano.[18]
Referencias
- ↑ «Nevado del Ruiz» (en inglés). Global Volcanism Program, Instituto Smithsonian. Consultado el 26 de octubre de 2010.
- ↑ Robert L. Schuster y Lynn M. Highland. «Socioeconomic and Environmental Impacts of Landslides in the Western Hemisphere» (en inglés). Consultado el 26 de octubre de 2010. Publicado previamente en Actas del Tercer Simposio Panamericano de Deslizamientos, julio 29 a agosto 3 de 2001, Cartagena, Colombia.
- ↑ «Wall of Mud Seals Town; 20,000 Could Be Dead», Ocala Star-Banner, 15 de noviembre de 1985. Consultado el 27 de octubre de 2010 (en Inglés).
- ↑ a b Cooke, Robert.«Facing tragedy: Not enough tears to wash away sorrow», The Miami News, 20 de noviembre de 1985. Consultado el 27 de octubre de 2010 (en inglés).
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